jueves, 12 de noviembre de 2009

Con la llegada del cine sonoro (1927 definitivamente) se les presentó todo un nuevo problema a los compositores. La música ya no podía sonar simplemente "al fondo", rellenando la escena. Por una parte esto significó el despido masivo de pianistas y miembros de orquestas de los distintos teatros fílmicos del mundo. La música ahora cumplía un papel de obertura para los créditos iniciales del filme(normalmente sobre temas clásicos del repertorio, como el Lago de los Cisnes de Tchaikovsky), canciones que luego podían venderse en disco o partitura y finalmente como pequeños extractos sonoros de carácter. Aquí radicaba un enorme problema: si una pareja de enamorados necesitaba música romántica... ¿De dónde provenía? ¿Podían entender simplemente los espectadores que la música saliera "de la nada"? Así nacieron cientos de escenas de bailes, paseos por jardines con violinistas y ferias con bandas instrumentales que, como excusa visual, daban el carácter musical a las escenas. Además, no existían aún los medios para grabar y luego editar la música o añadirla al filme posteriormente. Los músicos debían estar cada vez que se grabara la escena tocando. Eso era carísimo. Pero a comienzos de los '30 todo cambió con la llegada de la edición de la banda sonora.
Con el nacimiento del cine sonoro, EL CANTANTE DE JAZZ ( 1927) , cada película tiene su banda sonora propia, interpretada por orquestas de cámara e incluso música electrónica. Al principio, el cine se valió de compositores que se arreglaba para el cine, como ocurre en la película de Walt Disney, Fantasía.

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